Inversiones no aconsejables para particulares.
Depósitos estructurados, derivados, CoCos… se tratan de inversiones complejas y arriesgadas, no adecuadas para particulares.
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha emitido una circular a fin de proteger al inversor no profesional de productos financieros sofisticados, cuyo gancho es el alto potencial de rentabilidad. Estos son algunos de los productos de inversión no recomendables para pequeños ahorradores.
Depósitos estructurados
Es un producto híbrido, que invierte parte en renta fija y parte en variable, basado en el tradicional depósito bancario. La mayoría de las entidades que ofrece este producto garantizan la recuperación del capital inicial, aunque puede encontrar con que sólo aseguren el 80%. El punto diferenciador está en la rentabilidad, que depende del comportamiento de esa compleja estructura. Por ejemplo, su estructura dice que las acciones de equis compañía han de subir, las de otra han bajar y las de la tercera también han de rebotar. Si no ocurre de este modo, usted no gana. Otra diferencia importante es la imposibilidad de cancelar el depósito cuando uno quiera.
Derivados
Se refiere a productos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo -subyacente, porque no lo tienes en el momento de compra-. Ese subyacente pueden ser materias primas, acciones, divisas, petróleo… Los vehículos de inversión son CDS -seguros contra impago utilizados por personas jurídicas, no particulares-, CFD, opciones y futuros.
Su principal atractivo -y riesgo- es que se puede utilizar el apalancamiento, lo que implica un efecto multiplicador de las ganancias y las pérdidas. Éstas pueden ser “mayores de lo desembolsado”. Otra característica es que no es necesario poner encima de la mesa todo el dinero.
Por ejemplo, si compra un contrato financiero por diferencias por 1.000 acciones de una compañía a 10 euros, sólo tendrá que poner el 5%, es decir, 500 euros, pero el valor de su operación es de 10.000. Por tanto, puede ganar y perder mucho con poco dinero. Son productos muy líquidos, se pueden vender en cuanto se quiera, pero altamente volátiles. Si eres un novato, lo más probable es que pierdas el dinero. Un informe de la CNMV de finales de 2014 concluía que el 75% de los inversores en CFD registró números rojos.
En el caso de futuros, pacta la compra y venta del subyacente en una fecha y precio determinado. Lo que puede ganar o perder es el resultado de tener en cuenta los intereses de la financiación para adquirir el futuro, ya que como su nombre indica se está aplazando el pago de la compra, y los dividendos, en caso de acciones.
Por su parte, en las opciones el comprador paga una prima por tener derecho, que no obligación, a comprar o vender un subyacente a un precio y fecha fijado. El vendedor tiene la obligación de ejercitar la operación.
El riesgo en ambos es la capacidad de apalancamiento y, por tanto, el efecto multiplicador de las ganancias y las pérdidas.
CoCos
Es como se conocen a los Bonos Contingentes Convertibles. Son las “nuevas participaciones preferentes: emisiones de deuda de los bancos para captar capital, que en un momento dado se pueden convertir en acciones, a un precio previamente pactado.
Vencen en un plazo determinado, aunque algunas “pueden ser perpetuas”. Y si el banco tiene necesidades de capital, puede canjearlos de forma anticipada.
Riesgo doble. Mientras la inversión sea en deuda, si el banco quiebra uno pasa a ser un acreedor más, sin derecho preferente de cobro. Cuando se canjean en acciones, la ganancia depende de la cotización bursátil de ese momento.
Su rentabilidad varía en función de si es deuda, que en este caso es un porcentaje fijo, o acciones, que depende de la cotización. Por ejemplo; si en el contrato de compra se estableció un precio por título de ocho euros y en el momento de conversión la cotización es de seis, pierde. A la inversa, gana. De ahí que si el banco aplica la conversión anticipadamente, es posible que la cotización prevista en el plazo de vencimiento no se cumpla.